jueves, 11 de agosto de 2011

Especies exóticas de México: Riesgos y propuestas de manejo

Resumen

Nuestro país no regula el agua de lastre de los buques, ni se ha preocupado por la flora y fauna incrustante de las embarcaciones mayores y menores, tiene pocas regulaciones o estándares para administrar las actividades de acuicultura, el comercio de alimentos marinos vivos, de mascotas, carnadas y otras rutas que pueden introducir especies invasoras. Sin embargo, la presencia y efectos de estas especies (Carlton 1987). La fuerte dependencia de México de especies extranjeras para acuicultura pone a esta industria en un riesgo particular. México necesita urgentemente legislar acerca de cómo incrementar la infraestructura y recursos que permiten monitorear las invasiones y proteger sus costas y ambientes acuáticos en contra de EANI.
Los barcos y yates de recreo son relevantes en cuanto a los organismos transportados como incrustantes (o “fouling” en inglés) sobre sus cascos. Al menos en Japón la fauna incrustante de los cascos es el principal vector de las especies introducidas no intencionalmente (Otani 2006). El incremento del tráfico de pequeñas embarcaciones puede exacerbar los problemas con las especies invasoras por la dispersión de especies introducidas por cualquier ruta. Cuando menos en la costa de California, el control de las especies invasoras provenientes de los cascos de las embarcaciones es un problema serio, debido al enorme número de embarcaciones que llegan a sus puertos. Sólo para 2004 en California se tenían registrados casi 900 mil embarcaciones (Johnson et al. 2006).
Entre los organismos incrustantes más comunes se encuentran hidrozoos, poliquetos (principalmente sabélidos y serpúlidos), crustáceos (principalmente isópodos, anfípodos y balanos), moluscos, ectoproctos (=briozoos) y ascidias (=tunicados). Como ejemplo de invasiones recientes cerca de las costas de México tenemos a los briozoos Cryptosula pallasiana, Schizoporella unicornis y Zoobotryon verticillatum, una con distribución anfiatlántica y la otras son criptogénicas, descubierto ahora en las costas de Australia y en el Pacífico de Canadá y Estados Unidos (Hewitt et al. 2002). Las ascidias son aún más famosas como invasores. Por ejemplo, hasta 1998 se habían registrado 14 especies de ascidias invasoras en el sur de California (Lambert & Lambert 1998), de las cuales cinco han invadido también algunos sitios del Pacífico mexicano; del resto aún no se han descubierto en aguas mexicanas, aunque también es cierto que no se ha realizado estudio alguno para conocer la fauna de ascidias de México. Otras especies de invertebrados presentes en las costas de México son consideradas criptogénicas: hidrozoos como Antenella secundaria, Obelia dichotoma, Plumularia setacea, Sarsia eximia, el molusco nudibranquio Anteaeolidiella indica, el balano Megabalanus tintinnabulum, el anfípodo Monocorophium acherusicum y el tunicado Styela plicata (Hewitt et al. 2002).
Los poliquetos serpúlidos son un componente importante de la fauna incrustante y, debido a que construyen tubos calcáreos, causan diversos problemas como obstrucciones a conductos de agua e incremento de la fricción y peso en buques y yates. También constituyen un sustrato secundario (microhábitat) que permite el establecimiento de otras especies invasoras (Bastida-Zavala & ten Hove 2003a-b). Se ha documentado la presencia de Ficopomatus enigmaticus en diferentes localidades del mundo, principalmente en aguas templadas y subtropicales. Esta especie se distribuyó por la costa europea y se ha registrado en otras regiones como San Francisco, Australia, Hawai, Argentina y Japón (Rioja 1943, Straughan 1966, ten Hove & Weerdenburg 1978, Schwindt & Iribarne 1998); en una laguna de San Francisco, California, y en la laguna costera de Mar Chiquita, Argentina, esta especie ha formado pequeños arrecifes. En pocos años la laguna de Mar Chiquita fue cubierta progresivamente con estos pequeños arrecifes, aproximadamente de 1 m de diámetro cada uno, cambiando la composición faunística y las condiciones físicas de la laguna (Schwindt & Iribarne 1998). A partir del estudio realizado por el Smithsonian Environmental Research Center (SERC, Maryland), F. enigmaticus fue registrado en el norte del golfo de México (Galveston Bay y Tampa Bay) y en la costa oriental (Chesapeake Bay) de Estados Unidos, así como en San Francisco y San Diego, California. Asimismo, fue descubierto el más reciente serpúlido exótico en Estados Unidos: Ficopomatus uschakovi, una especie tropical del océano Índico, registrado ahora en el norte del golfo de México (Bastida-Zavala et al. 2009). Ambas especies de Ficopomatus habitan en aguas salobres y su cercanía de los sitios citados a las costas de México sugiere que las especies pudieran estar ya estar presentes en nuestro país.
Otro poliqueto que sería de particular gravedad para la maricultura es el sabélido parásito Tetrasabella heterouncinata, endémico de Sudáfrica, fue introducido a California, Estados Unidos, en los 1980’s. La especie deforma las conchas del abulón (el gasterópodo Haliotis), provocando que el precio se redujera para los animales infectados y el posterior cierre de varias granjas en donde cultivan el abulón (Naylor et al. 2001).
La acuacultura, como actividad productiva es muy importante en el Pacífico mexicano, no obstante tiene aparejados otros problemas. En México, tres especies de ostras autóctonas fueron llevadas a la acuicultura: Crassostrea virginica, C. corteziensis y Ostrea chilensis, que componen el 90% de la producción nacional de ostras. La especie no indígena C. gigas tiene sólo el 1% de la producción de ostras en el noroccidente de México; toda la producción es exportada a Estados Unidos. Crassostrea gigas fue introducido a México en 1972 y en 1979 inició su cultivo. No obstante, su producción es insignificante en la escala nacional y está localizada sólo en la bahía de San Quintín, Baja California. En la actualidad, al menos, en dos instituciones se han realizado estudios experimentales con C. gigas: el Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste (CIBNOR) en La Paz, Baja California Sur, y en la Universidad del Mar (UMAR) en Puerto Ángel, Oaxaca (Vite-García 2002, Lobato-Yánez 2003, Luna-González et al. 2004). Aunque las prácticas modernas, particularmente el movimiento de especies de cultivo en estado larval, puede disminuir grandemente la incidencia de introducciones accidentales de fauna asociada, las liberaciones intencionales de especies pueden resultar en la dispersión impredecible y en impactos ecológicos no anticipados (Hewitt & Martin 2001).
Las lagunas costeras y estuarios son sitios particularmente propensos al establecimiento de especies introducidas por cuatro razones principales (Nehring 2006): 1) muchas lagunas albergan puertos de intenso tráfico marítimo, lo cual incrementa la tasa de introducción no intencional potencial desde otras regiones; 2) por sus características fisiológicas las especies de aguas salobres tienen mejor oportunidad de ser transportadas vivas que las especies euhalinas y dulceacuícolas y tienen, probablemente, mayor permanencia y establecimiento potencial después de su liberación en una nueva zona; 3) las aguas salobres tienen naturalmente un mínimo de especies indígenas (comparadas con otros ecosistemas como los arrecifes) lo que permite que las especies introducidas se puedan establecer; y 4) las especies limnéticas tolerantes a la salinidad introducidas en aguas continentales alcanzan la costa por primera vez en los estuarios.
En un trabajo reciente de revisión bibliográfica de los organismos acuáticos invasores de México (Okolodkov et al. 2007), se indica que existen cuando menos 94 especies con potencial de invadir las aguas interiores, lagunas costeras y litorales del país; otras 73 son invasoras confirmadas y 16 son especies criptogénicas. Entre los mecanismos de introducción, potencial o confirmada se encuentra el agua de lastre (90 spp, 32.6%), las incrustaciones en cascos de barcos (69, 25%), las actividades de acuicultura (100, 36.2%) y por otros medios (17, 6.2%). Además enfatizan en la necesidad de formar recursos humanos especializados en grupos de organismos poco estudiados en México, como los hidrozoos, entoproctos, briozoos y ascidias, de los que no existe ni un solo especialista en México.
La mayoría de los registros de invasores del Pacífico mexicano no han sido confirmados, sólo han sido registros incidentales y muy recientes en sitios particulares como lagunas costeras y puertos. Entre las especies introducidas o invasoras confirmadas en el Pacífico mexicano están los poliquetos Hydroides sanctaecrucis y Ficopomatus miamiensis, los anfípodos Amphitoe pollex y Erichtonius brasiliensis, el molusco Mytilopsis adamsi, la ascidia Styela canopus, entre otros (Bastida-Zavala & ten Hove 2003b, Salgado-Barragán et al. 2004, Salgado-Barragán & Toledano-Granados 2006, García-Madrigal 2008).



Regresar a la página principal: http://invertebradosmarinos.blogspot.com/

No hay comentarios:

Publicar un comentario